La planta Camelia sinensis da lugar tanto al té blanco como al té verde y negro. El blanco se diferencia de estos otros porque se produce a partir de hojas y brotes más nuevos, la parte más noble de la planta, que se cosecha antes de que las flores se abran. Otra diferencia es que esta planta no sufre ningún tipo de fermentación, dejándola con un mayor poder antioxidante y menores niveles de cafeína.
Las propiedades antioxidantes de esta bebida están asociadas a la prevención del cáncer, enfermedades cardiovasculares y además tienen una acción antiinflamatoria y protectora del hígado. Otra sustancia presente en el té blanco es la L-teanina, que actúa sobre el cerebro estimulando la sensación de relajación y bienestar, mejorando el estado de ánimo. A pesar de tener menos cafeína que los tés verde y negro, la bebida aún tiene una acción estimulante que mejora el estado de ánimo y reduce la somnolencia y el cansancio.
"Las personas con gastritis o úlceras, insomnio, taquicardia o arritmias deben tener cuidado con la ingesta de té blanco debido a la cafeína. Las mujeres embarazadas y lactantes (mujeres en período de lactancia) deben evitarlo", dice la nutricionista Adriana Lucia van-Erven Avila . Destaca que incluso quienes no tienen estas restricciones deben tener cuidado con la cantidad, ya que el uso por encima de lo recomendado puede provocar dolor de cabeza y taquicardia.
Uso recomendado para té blanco
Lo recomendado por los expertos es consumir de 2 a 3 tazas de este té al día, lo que corresponde a 320 a 480 ml. Por cada 300 ml de agua caliente, lo ideal es utilizar 3 gramos de hoja seca. Después de eso, simplemente apague el fuego y deje reposar el té durante 5 minutos antes de colar y consumir.
“El uso del té blanco aporta varios beneficios, siempre que se asocie a un estilo de vida más saludable, con una dieta equilibrada, manejo del estrés, práctica regular de actividad física y control de la salud con el médico”, enfatiza la nutricionista.
